5 Le respondieron: “Jesús de Nazaret”.
7 Por eso les preguntó de nuevo:
8 Jesús respondió:
10 Entonces Simón Pedro, teniendo una espada, la sacó, hirió al siervo del sumo sacerdote y le cortó la oreja derecha. El siervo se llamaba Malco. 11 Entonces Jesús dijo a Pedro:
12 Entonces el destacamento, el comandante y los oficiales de los judíos prendieron a Jesús y lo ataron, 13 y lo llevaron primero a Anás, porque era suegro de Caifás, que era sumo sacerdote aquel año. 14 Fue Caifás quien aconsejó a los judíos que era conveniente que un hombre pereciera por el pueblo.
15 Simón Pedro siguió a Jesús, al igual que otro discípulo. Aquel discípulo era conocido del sumo sacerdote, y entró con Jesús en el atrio del sumo sacerdote; 16 pero Pedro estaba fuera, a la puerta. Entonces el otro discípulo, que era conocido del sumo sacerdote, salió y habló a la que guardaba la puerta, e hizo entrar a Pedro. 17 Entonces la criada que guardaba la puerta dijo a Pedro: “¿Eres tú también uno de los discípulos de este hombre?”
18 Los sirvientes y los oficiales estaban allí de pie, habiendo hecho un fuego de brasas, pues hacía frío. Se estaban calentando. Pedro estaba con ellos, de pie y calentándose.
19 El sumo sacerdote preguntó entonces a Jesús por sus discípulos y por su enseñanza.
20 Jesús le contestó:
22 Cuando hubo dicho esto, uno de los oficiales que estaban allí abofeteó a Jesús con la mano, diciendo: “¿Así respondes al sumo sacerdote?”
23 Jesús le respondió:
24 Anás lo envió atado a Caifás, el sumo sacerdote.
25 Simón Pedro estaba de pie, calentándose. Entonces le dijeron: “¿No eres tú también uno de sus discípulos, verdad?”
26 Uno de los siervos del sumo sacerdote, que era pariente del que Pedro había cortado la oreja, le dijo: “¿No te vi en el jardín con él?”
27 Pedro, pues, lo negó de nuevo, e inmediatamente el gallo cantó.
28 Condujeron, pues, a Jesús desde Caifás al pretorio. Era temprano, y ellos mismos no entraron en el pretorio para no contaminarse, sino para comer la Pascua. 29 Salió, pues, Pilato hacia ellos y les dijo: “¿Qué acusación traéis contra este hombre?”
30 Le respondieron: “Si este hombre no fuera un malhechor, no te lo habríamos entregado”.
31 Pilato, pues, les dijo: “Tomadlo vosotros y juzgadlo según vuestra ley”.
33 Entonces Pilato entró de nuevo en el pretorio, llamó a Jesús y le dijo: “¿Eres tú el Rey de los judíos?”
34 Jesús le respondió:
35 Pilato respondió: “No soy judío, ¿verdad? Tu propia nación y los jefes de los sacerdotes te entregaron a mí. ¿Qué has hecho?”
36 Jesús respondió:
37 Pilato, pues, le dijo: “¿Eres entonces un rey?”
38 Pilato le dijo: “¿Qué es la verdad?”
40 Entonces todos volvieron a gritar, diciendo: “Este no, sino Barrabás”. Ahora bien, Barrabás era un ladrón.
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